lunes, 14 de febrero de 2011

Sobre Trotski, Pino Solanas y tantos otros.

Julio, personaje circunstancial, le confiesa a Marcial, escritor, las razones de la manía de aquél respecto de Trotski, y cuyas impresiones, por eso las transcribo aquí, coinciden con las mías:
Jorge: -"¡Ah Trotski...! ... Hay un momento clave en la historia del comunismo mundial, y es ese encuentro en Viena entre Trotski, Stalin y Bujarín. Stalin está realizando un trabajo sobre nacionalidades y sabe mediocremente el alemán, no olvidemos que era hijo de una sierva y de un borracho. Stalin era un ex-seminarista espabilado ... en cambio Bujarín y Trotski hablan perfectamente el alemán. Los dos habían hecho estudios superiores, eran capaces de estar hablando horas y horas desde posiciones mentales de alta abstracción, mientras a Stalin le había costado mucho entrar en la dialéctica Hegeliana, ¿me sigues?, bien. Trotski recuerda aquel encuentro desagradablemente, memoriza un dato menor, frívolo diría yo en el contexto del gigantismo de la época: recuerda que Stalin tenía los ojos "glaucos". Es la frivolidad del señorito burgués marxista frente al intelectual proletario. Por eso no me extraña que la concepción política en su totalidad de Trotski se resintiera de esa malformación de origen. Stalin pisaba tierra, pero Trotski podía permitirse el lujo de soñar revoluciones totales y universales desconociendo la capacidad de réplica del antagonista, ¿me sigues?. Stalin acertó en el diagnóstico de la situación, tanto en los años veinte como en los treinta. Si, ya se que a los intelectuales nos molesta su crueldad, su zafiedad, todo eso. Al fin y al cabo ¿qué somos, de dónde venimos, adónde vamos?. Pero ¿qué capitalismo podía ser competitivo del capitalismo real ya que no podía ser un socialismo internalizado ?. Pues un capitalismo de Estado que fue lo que Stalin fraguó con mano de hierro, porque no había otra manera, mientras Trotski se iba a México a inspirar manifiestos surrealistas a Bretón y declaraciones hiperliberales sobre el arte y la cultura. Marcial. Trotski era un gilipollas. 
Extraído textual de "Autobiografía del General Franco/I" Colección Vázquez Montalbán, Editorial Sabadell Atlantico, Introito, pg. 17:

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